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Hiperión: Naturaleza en peligro.🌳⚠🆘

Por: I.Q.I Itzel López.



Hiperión del griego Hyperion “el que va por encima”, dentro de la mitología griega era uno de los 12 titanes; también, así se llama uno de los satélites de Saturno, pero esta vez vamos a hablar de otro gran Titán que se encuentra en la Tierra: Hiperión, el árbol más grande del mundo, del cual se conoce su ubicación.


Esta sequoia californiana de más de 115 metros de alto, 6 mil toneladas de peso y más de 600 años de existencia, fue descubierta en 2006 por un par de científicos.

Hasta 2020 existían algunos artículos y notas que hablaban sobre el árbol, pero se estaba procurando no decir exactamente la ubicación para evitar causar revuelo entre la población, hasta que ya no pudo ser más un secreto y se popularizó su existencia.


Las sequoias sempervirens (secuoya roja) es la conífera más grande del mundo y es originaria de la costa de California y Óregon. Se distribuyen a lo largo de una banda estrecha de 450 millas de largo con no más de 35 millas de ancho.


Estos árboles gigantes son tan increíbles que incluso pueden albergar otras especies de árboles en su corteza. Los helechos y demás vegetación en la base, protegen las raíces que no alcanzan más de 4 metros de profundidad y que para sostener la gran masa de estos gigantes, necesitan extenderse de manera horizontal en un radio de 30 metros. De manera sorprendente contraria, sus semillas no son más grandes que las del tomate. Se ha descubierto últimamente que las sequoias siguen creciendo durante su vejez, engrosando su tronco y fortaleciendo sus ramas con la acumulación de madera, incluso en aquellos ejemplares centenarios.


El Parque Nacional Redwood, ubicado a 500 kilómetros del norte de San Francisco en Estados Unidos es el hogar de Hiperión, el cual está precisamente en la ladera de una colina en donde igualmente se encuentran más sequoias de más de 100 metros como Helios (114 m) e Ícarus (113 m), por lo que, no tiene algo de especial entre todos los demás árboles y visitarlo no resulta tan emocionante como lo pintaban con una imagen errónea pero ampliamente conocida de “El árbol más grande del mundo”, además de que es muy difícil de identificarlo pues la perspectiva humana no alcanza para contemplar de manera íntegra la majestuosidad de Hiperión y su tronco no es exactamente el más grueso de las demás secuoyas, reconocerlo será más difícil que llegar hasta él.



Desde que su ubicación se volvió de dominio público, aquellos aficionados no perdieron la oportunidad de llegar hasta Hiperión para escalar el árbol como lo hacen los exploradores, pero con fines recreativos, a pesar de que no existían caminos que llegaran hasta él. Esta inofensiva actividad para aquellos aventurados, no ha resultado para nada inofensiva en todos los seres vivos alrededor de Hiperión, ni siquiera para el propio Hiperión.


La erosión en el perímetro del árbol causada por los visitantes que se han abierto camino entre la maleza para llegar hasta él, ha dañado la vegetación entre los árboles y su tronco, pudiendo derivar en la caída del titán. Aunado a esto, a los visitantes no les basta con dañar los seres vivos en el árbol y en la base, sino que también se pueden observar caminos que se alejan para que las personas puedan hacer sus necesidades, dejando en el lugar, el papel que utilizan y una escena bastante desagradable.



Por el grave daño que se ha detectado en Hiperión, las autoridades a partir de marzo del 2022 han prohibido el acceso y se ha establecido una multa de 5 mil dólares y 6 meses de cárcel para aquellos que se atrevan a visitar al gran titan o que incluso se encuentren en un área de 2.6 km2 alrededor del árbol.


Esto nos lleva a reflexionar 2 cosas, la primera, este ejemplo es perfecto para mostrarnos cómo con una “simple acción” podemos llevar a la destrucción un ecosistema, su fragilidad, nuestra completa inconciencia sobre su funcionamiento y nuestros pésimos hábitos, son la combinación perfecta para provocar que árboles con estas dimensiones caigan, árboles que además de todo son unos excelentes pulmones al poder atrapar una cantidad considerable de CO2 de la atmosfera (se calcula unos 2600 toneladas al año).



La segunda es que, a pesar de saber que causamos un gran daño, se necesitan poner multas para evitar que se continue visitando al árbol, hemos llegado al extremo de no poder abstenernos de actividades destructivas solamente ¡por fotos y curiosidad!

Realmente debemos analizar si poner en peligro a un ecosistema vale la pena con tal de satisfacer nuestro morbo.

Referencias bibliográficas:


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