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Desalinización del agua de mar en México: solución o problema🌊🤔

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Actualizado: 22 mar 2022

Por: I.Q.I Itzel Lopez


¿Existe en México la tecnología para desalinizar el agua de mar y atacar el problema de escasez de agua?


Desde 1960 ya se tiene la presencia de pequeñas plantas desaladoras en el país, con fines turísticos (hoteles), municipales (servicios de limpieza) y para uso industrial (generación de energía eléctrica).


Según los datos proporcionados por la gaceta del IMTA (Instituto Mexicano de Tecnología del Agua) en 2007 se tenían 320 sitios con desaladoras instaladas, un total de 435 plantas de las cuales el IDA (por sus siglas en inglés o Asociación Internacional de desalinización) identificó sólo 282 en operación, todas distribuidas en el país.


Quintana Roo era el estado con 124 unidades desaladoras, le seguía Baja California Sur con 71 plantas, entre ellas la más grande del país en ese entonces, en los Cabos con una producción de 200 L/s (17,280 m3/d) y abastecía una parte de Los Cabos San Lucas, el cual se trataba de una concesión por 20 años a una empresa española con un costo por metro cúbico de $10.50 MXN en el 2007.


El IMTA en el 2007 se encontraba realizando investigaciones para apoyar a comunidades con problemas de aguas salobres y que no contaban con agua potable; desarrollando un sistema para la producción de en promedio 10 litros al día de agua fresca, de no más de 6 m2; una opción que suena muy viable y atractiva, pero de la cual no se encontró más información sobre su seguimiento.


Actualmente, en el 2022 se tienen registrados 3 proyectos concesionados:

  • Planta desalinizadora en La Paz, Baja California Sur: Consiste en el diseño, construcción, equipamiento, operación, mantenimiento y explotación de dicha planta, con una capacidad de 200 L/s. El proyecto contempla obras de operación, extracción, redes de distribución y protección ambiental.

  • Planta desalinizadora de Guaymas y Empalme Sonora: El proyecto abarca el diseño, construcción, equipamiento y explotación de la planta. Contará con pozos verticales, planta de pretratamiento, ultrafiltración, osmosis inversa, postratamiento, neutralización de efluentes, sistema de distribución, descarga de sal muera y alimentación de energía eléctrica.

  • Planta desaladora Los Cabos, Baja California Sur: El proyecto consiste en el diseño, construcción, equipamiento, operación y mantenimiento de la planta de 250 L/s. Contará con las siguientes estructuras: extracción de agua de mar, plasta de desalación y potabilización, planta de bombeo, acueducto, obras e instalaciones complementarias, entre otras.

Según los datos estadísticos de Aladyr que es la Asociación Latinoamericana de desalación y Reúso del Agua, México es el segundo país de Latinoamérica (por debajo de Chile) que encabezan el mercado en esa zona, con una capacidad de 3600 L/s.


Por lo anterior, podremos ver que en efecto existen numerosos proyectos que pretenden utilizar esa tecnología en territorio mexicano, pero no es usada exclusivamente para el beneficio de mexicanos, sino que también es un negocio para las diversas empresas que han obtenido concesiones.

Lo preocupante realmente es que México es un país que a pesar de tener en su territorio plantas desaladoras desde 1960 no ha trabajado en desarrollar una normativa que pueda controlar y regular el impacto ambiental de la desalación.

Si bien, la desalación de agua de mar suena como una solución que puede ayudar a combatir el problema de escasez de agua, sino se regula la operación de las plantas desaladoras y el manejo de los residuos producidos, los resultados serán contraproducentes. El resultado de la desalinización son el agua con una concentración mucho menor de sales y la sal muera. Lo más común es que la sal sea desechada en el mar para hacer que se disuelva nuevamente en el agua, pero entonces surge el problema: las descargas de sales o aguas salobres pueden generar un desequilibrio en el ecosistema y dañarlo.


Ahora, también la energía necesaria para la operación de dichas plantas es enorme y el impacto ambiental se agrava si la energía necesaria proviene de fuentes fósiles. Es cierto que ahora se está incluyendo en el diseño fuentes de energía renovables, pero al menos los proyectos mencionados anteriormente no manejan ninguna opción de energía renovable dentro de su descripción.


Aunado a al costo elevado que supone en sí cada una de las plantas potabilizadoras como se observa en la tabla 1.

Ahora también la situación hídrica en México no es la más favorable. Datos de la Conagua demuestran que México enfrenta una situación hídrica dispar puesto que el recurso es abundante en el sur, pero escasea en el norte del país. De acuerdo a la plataforma

Aqueduct el riesgo de estrés hídrico en México pasó de un riesgo bajo (19.5%) a un riesgo alto, siendo México el segundo país de América Latina en estrés hídrico, detrás de Chile.


Así la parte noroccidental presenta riesgo medio – alto de empobrecimiento de acuíferos, mientras todo el Golfo de México y el Mar Caribe, riesgo medio – alto de sequía, justamente en donde la mayoría de las desaladoras se encuentran instaladas.


Respondiendo a la pregunta inicial, claro que en México existe la tecnología para desalinizar agua y se ha propuesto para ayudar a mitigar (con un escaso porcentaje) la desigualdad hídrica que desde siempre ha existido en el país, pero el costo es alto y es que no solamente se trata de costos económicamente hablando sino el costo ambiental.


Sin regulación ambiental alguna para desechar los residuos del proceso de desalación, sea cual sea el proceso utilizado, resulta más que evidente que se terminarán dañando aun más ecosistemas que no se estaban involucrados en el problema inicial, generando una cadena de sucesos (como siempre en todo proceso industrial no realizado con la mínima ética y responsabilidad posible) en la que el más perjudicado será el medio ambiente.


Referencias bibliográficas:



 
 
 

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